viernes, 4 de diciembre de 2015

CUANDO UN SISTEMA NECESITA LA GUERRA



NO A LA GUERRA, POR LA PAZ Y EL DESARME

Los atentados, de oscura autoría, perpetrados el 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos abrieron una nueva época, que el presidente imperialista George Bush llamó de “guerra permanente en cualquier oscuro rincón del planeta”. Desde entonces, los ejércitos oficiales de los países de la OTAN (Estados Unidos, España, Francia, Inglaterra, Alemania, Italia, Turquía, etc) y los no oficiales (mercenarios entrenados, armados y financiados por esos mismos países) agreden e invaden países soberanos sin darse un día de descanso, habiendo asesinado a casi dos millones de personas, destruido países enteros y derrocado a algunos de sus gobiernos.


Afganistán, Irak, Somalia, Libia, Mali, Chad, República Centroafricana, Costa de Marfil, Yemen o Siria son los escenarios más visibles de esa guerra permanente, cuya declaración se adelantó a la profunda crisis que corroe al capitalismo, crisis que lo hace más peligroso, aventurero y necesitado de la guerra para sostener el valor del capital y controlar recursos y zonas de influencia en violenta disputa entre competidores capitalistas.

Los atentados del pasado 13 de noviembre en Francia le vienen como anillo al dedo a esta necesidad bélica del gran capital. Quienes los ejecutan, sean cuales sean sus motivaciones, trabajan objetivamente para los planes del imperialismo, llevan el agua a su molino. Así lo demuestra la espiral agresiva combinada puesta en marcha horas después. La violación del espacio aéreo sirio y el bombardeo de su territorio, pisoteando el derecho internacional y la soberanía siria, ponen a las claras un estado previo de preparación para la intervención que esperaba el pretexto que la justificara ante una opinión popular mayoritariamente contraria a la guerra, opinión cuya horadación ya había sido iniciada tras el atentado a la revista Charlie Hebdo. En ese contexto de anestesia popular, al despliegue militar exterior se une el ataque frontal a las conquistas democráticas elevando los niveles represivos de la legislación y la acción policial.

La intervención rusa, de conformidad con el Estado sirio, en la guerra impuesta al país árabe aleja la posibilidad de derrocar al firme gobierno sirio, sin lo cual se frustra el objetivo pretendido por la OTAN e Israel de trocear Siria e Irak en pequeños Estados vasallos suministradores de petróleo. La resistencia, durante más de 4 años, del gobierno sirio, capaz de mantener bajo su dirección a la mayoría del pueblo y del ejército, ha obligado a los agresores -entre los que están lo más reaccionario del mundo árabe- a ir al plan B (bombardeos, violando el derecho internacional) y a preparar el plan C (la invasión militar terrestre), al que crean las condiciones favorables de opinión pública los atentados de París y la previa campaña de manipulación de los miles de refugiados que hicieron llegar a las fronteras de la Unión Europea incentivando la salida de Siria y otros países afectados de la población joven, formada y dinámica -robo de cerebros (por cierto, cumplido el objetivo, proliferan las vallas y el cierre de fronteras).

Esa invasión terrestre se ha frenado, de momento, porque la acumulación de conflictos en la región de Oriente Próximo ha provocado la modificación del escenario de alianzas, pasando Rusia a jugar el papel de potencia moderadora, con la asistencia significativa de Irán e, incluso, de China. No es un dato baladí que los gobiernos iraquí y ruso hayan acordado que el centro regional de coordinación de la información esté en Irak, donde también se ha autorizado el uso de una base aérea por la aviación rusa.

La lucha contra la guerra, por el desarme y la paz adquiere la máxima urgencia para todos los pueblos del mundo. Las señales que anuncian una gran conflagración mundial llegan casi a diario. Tenemos que pararla.

Artículo publicado en el Boletín "Puente" (diciembre, 2015), editado por la Plataforma Canaria de Solidaridad con los Pueblos
 

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