sábado, 5 de diciembre de 2015

6 DE DICIEMBRE, CON VENEZUELA BOLIVARIANA

 Las grandes mayorías de Venezuela, 
América Latina y el mundo 
necesitan la victoria bolivariana
La Revolución Bolivariana llama de nuevo al pueblo venezolano a las urnas para elegir, este 6 de diciembre, a sus diputadas y diputados nacionales. Es otra gran batalla en la enconada lucha que, desde hace más de veinte años, se sostiene entre los sectores patrióticos y progresistas y los reaccionarios proimperialistas. Bajo los liderazgos de los presidentes Hugo Chávez y Nicolás Maduro, las masas populares han conquistado sólidas posiciones, las cuales han supuesto el cumplimiento de los derechos humanos para una gran parte de la población venezolana, que, anteriormente, venía siendo excluida por los diversos gobiernos vendepatrias

 María Elizabeth Seijó, Cónsul General de Venezuela en Islas Canarias, durante el acto celebrado en Las Palmas de Gran Canaria este 3 de diciembre, acompañada por Domingo Galván, miembro de la Plataforma Canaria de Solidaridad con los Pueblos

Mediante las Misiones Bolivarianas, el gobierno progresista viene desarrollando, desde 2003, una serie de programas sociales (unos treinta) para luchar contra la pobreza y la pobreza extrema, mejorar la educación y alfabetización, implantar la asistencia médica gratuita, dar acceso a la vivienda (800.000 entregadas desde 2011) y acceso a alimentos básicos a precios subsidiados. Programas culturales –orquestas infantiles, por ejemplo-, científicos, de respeto y participación de las poblaciones indígenas o medioambientales nutren esa voluntad humanizadora. Estos programas sociales han sido claves en la disminución de la pobreza, de la que han salido 2.500.000 personas durante el chavismo. El carácter internacionalista de la política bolivariana ha supuesto también que la población de otros países se haya podido beneficiar de estas políticas sociales y económicas, como la Misión “Milagro”, en colaboración con Cuba, que ha devuelto la vista –gratuitamente- a más de 4 millones de personas de Latinoamérica, África y Asia.


Igualmente, en estos 17 años de Revolución Bolivariana, se ha implantado el Sistema Público de Pensiones y el Sistema Público de Salud, del que carecía Venezuela, y se han puesto en marcha mecanismos de cooperación latinoamericana (ALBA, CELAC, UNASUR), determinantes para contrapesar los proyectos del imperialismo yanqui. Especial importancia reviste la creación de Telesur (para transmitir información no mediatizada por las grandes agencias de noticias, todas propiedad del gran capital) y la potenciación de los medios sociales de comunicación.

Todas estas políticas reciben, lógicamente -pretender otra cosa es colocarse fuera de la lucha de clases (o sea, fuera de la realidad)-, la violenta oposición de la derecha proimperialista y sus pares internacionales (Rajoy, Cameron, Felipe González, Obama, Macri, etc).

Hoy, las grandes mayorías de Venezuela necesitan la victoria electoral del chavismo para fortalecer sus conquistas políticas y sociales y dar nuevos pasos hacia la revolución socialista. América Latina también necesita ese triunfo: para mantener los procesos soberanistas gobernantes en numerosos países, proseguir la integración latinoamericana, confrontar en mejores condiciones las estrategias del gran capital imperialista, dar aliento a una paz con justicia social en Colombia y para acompañar la lucha de Cuba revolucionaria. Las masas trabajadoras de todo el planeta necesitan la victoria bolivariana para disponer de una potente voz contra las guerras de la OTAN y en defensa de los derechos nacionales y sociales de los pueblos.

Este 6 de diciembre, todos los pueblos del mundo nos jugamos mucho en Venezuela. Por ello decimos: Adelante la Revolución Bolivariana. Adelante el socialismo. Adelante la humanidad.

Canarias, 5 de diciembre de 2015
Plataforma Canaria de Solidaridad con los Pueblos
 

viernes, 4 de diciembre de 2015

CUANDO UN SISTEMA NECESITA LA GUERRA



NO A LA GUERRA, POR LA PAZ Y EL DESARME

Los atentados, de oscura autoría, perpetrados el 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos abrieron una nueva época, que el presidente imperialista George Bush llamó de “guerra permanente en cualquier oscuro rincón del planeta”. Desde entonces, los ejércitos oficiales de los países de la OTAN (Estados Unidos, España, Francia, Inglaterra, Alemania, Italia, Turquía, etc) y los no oficiales (mercenarios entrenados, armados y financiados por esos mismos países) agreden e invaden países soberanos sin darse un día de descanso, habiendo asesinado a casi dos millones de personas, destruido países enteros y derrocado a algunos de sus gobiernos.


Afganistán, Irak, Somalia, Libia, Mali, Chad, República Centroafricana, Costa de Marfil, Yemen o Siria son los escenarios más visibles de esa guerra permanente, cuya declaración se adelantó a la profunda crisis que corroe al capitalismo, crisis que lo hace más peligroso, aventurero y necesitado de la guerra para sostener el valor del capital y controlar recursos y zonas de influencia en violenta disputa entre competidores capitalistas.

Los atentados del pasado 13 de noviembre en Francia le vienen como anillo al dedo a esta necesidad bélica del gran capital. Quienes los ejecutan, sean cuales sean sus motivaciones, trabajan objetivamente para los planes del imperialismo, llevan el agua a su molino. Así lo demuestra la espiral agresiva combinada puesta en marcha horas después. La violación del espacio aéreo sirio y el bombardeo de su territorio, pisoteando el derecho internacional y la soberanía siria, ponen a las claras un estado previo de preparación para la intervención que esperaba el pretexto que la justificara ante una opinión popular mayoritariamente contraria a la guerra, opinión cuya horadación ya había sido iniciada tras el atentado a la revista Charlie Hebdo. En ese contexto de anestesia popular, al despliegue militar exterior se une el ataque frontal a las conquistas democráticas elevando los niveles represivos de la legislación y la acción policial.

La intervención rusa, de conformidad con el Estado sirio, en la guerra impuesta al país árabe aleja la posibilidad de derrocar al firme gobierno sirio, sin lo cual se frustra el objetivo pretendido por la OTAN e Israel de trocear Siria e Irak en pequeños Estados vasallos suministradores de petróleo. La resistencia, durante más de 4 años, del gobierno sirio, capaz de mantener bajo su dirección a la mayoría del pueblo y del ejército, ha obligado a los agresores -entre los que están lo más reaccionario del mundo árabe- a ir al plan B (bombardeos, violando el derecho internacional) y a preparar el plan C (la invasión militar terrestre), al que crean las condiciones favorables de opinión pública los atentados de París y la previa campaña de manipulación de los miles de refugiados que hicieron llegar a las fronteras de la Unión Europea incentivando la salida de Siria y otros países afectados de la población joven, formada y dinámica -robo de cerebros (por cierto, cumplido el objetivo, proliferan las vallas y el cierre de fronteras).

Esa invasión terrestre se ha frenado, de momento, porque la acumulación de conflictos en la región de Oriente Próximo ha provocado la modificación del escenario de alianzas, pasando Rusia a jugar el papel de potencia moderadora, con la asistencia significativa de Irán e, incluso, de China. No es un dato baladí que los gobiernos iraquí y ruso hayan acordado que el centro regional de coordinación de la información esté en Irak, donde también se ha autorizado el uso de una base aérea por la aviación rusa.

La lucha contra la guerra, por el desarme y la paz adquiere la máxima urgencia para todos los pueblos del mundo. Las señales que anuncian una gran conflagración mundial llegan casi a diario. Tenemos que pararla.

Artículo publicado en el Boletín "Puente" (diciembre, 2015), editado por la Plataforma Canaria de Solidaridad con los Pueblos